Hace unos días fue el día del niño. Por supuesto disfruté de mis sobrinas y de su alegría entre tantos juguetes. Bailé hasta el desmayo junto a Cata, me reí con la coquetería de la Tuti, me morí de amor con los 5 meses de Lolita, leí un poco junto a Paloma y soplamos la velita con una emoción enorme junto a Morenita, la nieta del vasco y, por amor puro, mi nieta del corazón quien después de tanta lucha cumplió su primer añito.
Todos estos niños creciendo, arropados por el amor de sus papás, sonriendo sin preocupaciones genuinas, sin miedos, sin culpas, me dio muchas ganas de conectarme con mi propia niña.
Cata: 4 pirulines
Lola: 5 meses
Maite y Paloma: 5 y 8 años
Vasco + hijos+ nieta ( Iñaky, Mili y Morenita)
Me dieron tantos abrazos y besos, me hicieron tan feliz!
Y así, de a poco, traté de verme niña y no fue nada fácil, pero con todas esas emociones armé este rinconcito en mi cuarto, con objetos que decididamente dejaron una huella indeleble en mi carácter y en mi alma.
Mi infancia no fue la de una niña desamparada ni mucho menos. Sin embargo sentí mucha intemperie. El vínculo con mi madre no fue fácil y a veces no lo sigue siendo, aunque ella está convencida de que sí. Ella vivió cosas que no quiso vivir y eso repercutió de un modo severísimo en mi formación. Mi papá estaba muy ocupado en contenerla con su amor y mi hermano y yo- mucho después llegó mi otro hermanito- quedamos atrapados entre tanta neurosis. Sé que hizo lo que pudo, pero se quedó tan corta con lo que yo necesitaba, que...en fin.
Para mí, que mis sobrinas y Morenita misma, no demuestren miedo ante sus padres, temor alguno, ver esas sonrisas gigantes o broncas genuinas que les nacen del alma, me pone tan tranquila.
Veo que mis hermanos están haciendo las cosas bien.
Armé este rinconcito de la niñez con objetos cargadísimos de significado.
A mis 40 años mi mamá me dio una muñeca que me había regalado una persona amiga de la familia cuando yo nací. Me la dio 40 años después. Ella nunca me la había dado para jugar por temor a que la rompiera. 40 años después llegó a mí ya sin ganas de jugar con muñecas y como un hecho testigo de una forma de entender la educación de los hijos. Primero me dio bronca, no la quise conservar, pero después traté de amigarme una vez más con todo aquello y aquí está.
El maniquí venía en un juego de costura que yo amaba. Tampoco tenía mucho acceso a él, sólo en contadas ocasiones. Pero finalmente y con 4 décadas encima - y mucha terapia de por medio- se lo pedí y lo pinté y re pinté y siento que es una batalla ganada tenerlo acá conmigo .
Esos zapatitos Guillermina era los que yo usaba en 1° grado. Mi madre los conservó con ternura, supongo. Un día me pidió que me los llevara o los iba a tirar. (¿?)
Incongruencias afectivas, pero bueh...obvio que me los traje.
Nada me da más "cosita" ( bien) que ver los zapatos vacíos pero moldeados de una persona.
Y pienso que ahí adentro, debo haber pasado las mil y una.
Y pienso que ahí adentro, debo haber pasado las mil y una.
Esas medias que rellené con algodón eran de cuando tenía 1 año y mi mamá- nuevamente en escena- las había conservado- supongo que también con mucho cariño y luego me las dio pero ya sin carga emotiva. Cosas raras las de mi madre, a la que aprendí a querer nuevamente, gracias a Norma , mi terapeuta.
La quiero porque hizo muchas cosas por nosotros, equivocadas muchísimas, pero le puso el cuerpo.
Todos estos objetos que entrañan afecto sincero de mi parte, están rodeando a una vieja valija que me traje de un mercadillo de cosas usadas, todo sobre un baúl que me compré cuando me fui a vivir sola. De un lado está la niña real con sus objetos de entonces, y del otro la valija y el baúl que de un modo u otro, alimentaban mis sueños ya desde chica, siempre soñando con volar, con irme lejos, con conocer otros modos de vivir, otras formas de querer, con tener un lugar que fuera secreto sólo para mí, que nadie pudiera invadir ni violentar. Por eso los baúles, valijas y secretaires son mis objetos preferidos.
Ambas cosas siguen coexistiendo dentro de mí. Amor- desamor- sueños y realidades que entristecen. Pero la vida siempre da revancha, segundas oportunidades y ahora me siento bien queriéndola como ella no supo quererme a mí, al menos del modo en que yo necesitaba. Sé que me quiere a su manera y muy mucho, pero no me lo hizo nada fácil. De todos modos si todo eso está ahora conmigo es porque ella los conservó y hoy me siento muy agradecida por ello. Es una manera de mimar a mi niña y de nutrirla de sentimientos más nobles y menos mezquinos.
Hagan que sus hijos sonrían, sean auténticos, puedan enojarse sin sentir culpa, que puedan enfrentarlos, que puedan llorar de rabia, abrácenlos y apachúchenlos todo lo que puedan. Y díganles que los aman como son y que siempre estarán ahí para todo lo que ellos decidan ser. No los comparen, no los humillen, ámenlos como puedan, pero no dejen de hacérselo saber!
Que madre, hay una sola! Aunque a mí la vida, me fue regalando varias madres sustitutas en el camino , que me apachucharon con alegría, comprensión, amor sin culpas, abrazos, consejos.
Pero ese tema será motivo de otra post tan personal. Gracias por el aguante!